lunes, 13 de junio de 2016

VICTOR DEL ARBOL: «No sé plantearme las historias de una manera liviana».



Entrevisto de nuevo al escritor barcelonés Víctor del Árbol tras la reciente publicación de la novela ‘La víspera de casi todo’ (Destino, 2016), con la que ha obtenido el prestigioso premio Nadal de Novela 2016. Ya le entrevisté tras la publicación de su anterior novela ‘Un millón de gotas’, con la que esta parece tener ciertos puntos comunes como leemos a continuación.
 
¿Dónde y cuando surge la idea de escribir ‘La víspera de casi todo?

Surgió hace cuarenta y tantos años y tardé un año en escribirla. ¿Qué quiero decir con esto?, pues que al final esta historia, como todas las anteriores, son hilos que van quedando colgando de una idea redundante que siempre me ha interesado: qué es lo que somos; siempre he intentado abordar lo que somos, la pregunta de qué es lo que somos desde diferentes perspectivas, pero me he dado cuenta de que con los años y con las novelas que he ido escribiendo ese es el nudo gordiano de mi obra, ¿no? El qué somos, preguntarnos qué somos, la identidad, el pasado… es tan complejo. De un hilo que me quedó colgando de ‘Un millón de gotas’, allí hablé de las relaciones paterno filiales, de la identidad del héroe, y un poco pues yo quería seguir en esa exploración de lo identitario y entonces me surgió la idea de este personaje de Germinal  Ibarra. Porque creo que es la novela más parecida a mí, es más, que tiene que ver con mi background personal, por eso creé un policía como protagonista, porque Germinal Ibarra también es un poco un héroe construido ad hoc en el momento en el que te interesa y que cuando deja de interesar ese héroe, porque ya no nos asusta el mal del que nos puede proteger, no nos cuesta destruirlo y no nos cuesta nada desecharlo. 

Luego está la dicotomía entre el hombre público y el hombre privado, es un tema que también me interesaba mucho. Cómo Germinal Ibarra cuando interesa es un policía, es un investigador, un héroe que nos ha librado de un monstruo, pero a nadie le interesa el cómo y, por otra parte, cómo este mismo hombre público es un hombre privado que sufre, que tiene una infancia atroz, que tiene una vida presente dolorosa porque tiene un hijo con síndrome de William, que ve como la mujer de la que ha estado enamorado toda la vida se está distanciando de él y a nadie le importa, a nadie le importa si tiene que tomarte antidepresivos cada noche para seguir trabajando, y a nadie le importa ese idilio que él tiene con la muerte, con la idea del suicidio. 

Yo no sé plantearme las historias de una manera liviana, yo creo que sea liviana mi forma de escribir, que sea entretenida la trama más que liviana, pero yo tengo una intención clarísima cuando escribo: para mí el entretenimiento es un recurso, no una finalidad. 

Creo que quien me ha leído más veces sabe que tú te puedes crear una primera impresión de lo que escribo, yo quiero que esa primera impresión sea buena, atractiva, de ahí que lo que escriba sea un thriller, una novela negra, pero sobre todo lo que me interesa es lo que queda, la inquietud que deja. Para mí la literatura tiene que inquietar, tiene que cuestionar, si no no tiene sentido hablo desde mi punto de vista lector, desde el punto de vista de la literatura que me gusta leer y es la que me interesa.

Aparece en esta novela un libro del poeta Juan Gelman además de un poema de él, titulado ‘Carta abierta’.

En todas mis obras utilizo siempre este tipo de juegos metaliterario, también en ‘Un millón de gotas’ utilicé poemas. Aquí Juan Gelman está en la misma onda, son poetas que hablan de la pérdida, del dolor, que hablan de la autoinculpación. Juan Gelman fue un poeta perseguido por la dictadura argentina que como no pudo echarle mano a él le echó mano a su familia, le dieron donde más le dolía, le desapareció los seres que más quería y yo creo que eso no se lo perdonó nunca, el ser consciente que, de alguna manera, que por su actividad, por su militancia acabo pagándolo su familia y, de alguna manera, toda su poesía, las cartas desde Roma son un ejercicio de autoperdón, de autocomprensión, de odio. La novela está cargada de eso, de querer entender, no de querer ajustar cuentas; quizás la diferencia con ‘Un millón de gotas’ es esa, la venganza, allí está más presente, aquí no, aquí está la necesidad de autoperdonarse. El perdón cuando uno se considera a sí mismo tiene mucho valor, el perdón que te conceden otros no tiene tanto valor, para mí. 

‘Para vivir con algunas cosas hay que aprender a silenciarlas –leo en uno de los pasajes de la novela–, para actuar como si no se interpusieran entre los sentimientos. A fuerza de negación, Horacio había logrado ese difícil equilibrio’. 

Si, significa que a veces…, a veces no, siempre, nuestro pasado es un recurso narrativo que nos explica cómo somos hoy en día, y que para convivir con lo que somos hoy en día es necesario hacer elipsis.

¿La vida se vive hacia delante, pero se entiende hacia atrás?

Somos seres intratemporales, vivimos al mismo tiempo en el pasado, en el presente y el futuro; vivimos de los recuerdos tan continuamente presentes; vivimos el presente, el quien y el ahora; y vivimos llenos de expectativas, y en esta conjunción de estos tres tiempos nos explicamos, es decir, somos lo que somos porque venimos de dónde venimos, pero somos lo que somos porque queremos llegar a alguna parte también.

Muchas gracias y mucha suerte, Víctor.

Por Ginés J. Vera.

 
Víctor del Árbol (Barcelona, 1968) fue mosso d’esquadra desde 1992 hasta 2012, cursó estudios de Historia en la Universitat de Barcelona y colaboró como locutor en Catalunya Sense Barreres (Radio Estel, Once). Es autor de las novelas El peso de los muertos (Editorial Castalia, Premio Tios de Novela 2006), El abismo de los sueños (inédita, finalista del XIII Premio Fernando Lara 2008) y La tristeza del samurái (Editorial Alrevés, Prix du Polar Européen 2012), traducida a una decena de idiomas y bestseller en Francia. Sus últimas obras son Respirar por la herida (Editorial Alrevés, fi nalista en el Festival Internacional de Cine Negro de Beaune 2014 a la mejor novela extranjera) y Un millón de gotas (Ediciones Destino, ganadora en 2015 del Grand Prix de Littérature Policière y premiada como la mejor novela policial extranjera por el Magazine Lire).

Aquí el enlace a la anterior entrevista por 'Un millón de gotas'.

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