lunes, 30 de enero de 2017

PABLO C. REYNA: «No podemos darles “libros colleja” a los jóvenes».


(c) Cortesía Ediciones Montena.
Hacía tiempo que no entrevistaba a un autor de literatura juvenil y, con el nuevo año, me he decidido por mi paisano Pablo C. Reyna. Me concede una entrevista al hilo de la publicación de su tercer libro de la serie MultiCosmos, ‘La rebelión de los drones’ (Montena).

¿Qué van a encontrar los lectores de los dos primeros libros de MultiCosmos en esta tercera entrega?
En la tercera parte, La rebelión de los drones, el misterio se enreda más todavía: los villanos no lo son tanto, y los buenos, tampoco. Hay un giro de tuerca que mantiene al lector enganchado hasta el final y con ganas de más. Además, la división entre el mundo real y el virtual se ha difuminado, y ya no saben si están jugando al videojuego o corriendo por salvar su vida. Los dos mundos se han fusionado, para peligro de los protagonistas y emoción del lector.

La vida real no parece tan emocionante como la que viven en MultiCosmos, afirma el protagonista, quizá porque junto a sus amigos son chavales de 13 años a los que les pasan situaciones más o menos comunes a esa edad en el instituto y en casa. ¿Qué supone esta saga de libros para unos chicos más afines a los videojuegos y la diversión en tres dimensiones, por así decirlo?
Los fans de videojuegos como Minecraft se reconocen en los protas de MultiCosmos. La serie les gusta porque sus avatares no solo superan niveles difíciles: también luchan por salvar el mundo, y eso es algo que no todos los chavales de trece años hacen al salir de clase. Pero Alex y el prota también tienen que ayudar con las tareas de casa, estudiar y asistir a clase. Ser un héroe es más complicado a esa edad que cuando eres un adulto que no tiene que aprobar Matemáticas.

‘Tanta mentira solo me ha traído problemas’, llega a decir en un momento el Usuario Número Uno de MultiCosmos, precisamente porque se lo ha estado ocultando a su familia. ‘Mis mentirijillas piadosas no han hecho más que causarme problemas en casa’, afirma también. Lo destaco para preguntarle por los valores que los escritores de ficción juvenil introducen -o deberían introducir- en las lecturas según la edad a la que vayan dirigidos, ¿en qué medida está de acuerdo y cómo lo valora y considera en sus obras?
Si queremos que los jóvenes disfruten leyendo, no podemos darles “libros colleja”, esos que traen una moraleja al final de cada capítulo. Los mensajes evidentes o ñoños son aburridos y contraproducentes. MultiCosmos no pretende aleccionar, pero eso no significa que no tenga valores. Sin embargo, están metidos entre líneas y el lector los asimila mucho mejor, porque la historia no se entiende sin la justicia, la verdad, ni tampoco pueden avanzar sin los amigos o la familia.
Al principio de la serie, el prota cree que hay que emplear la violencia para solucionar las cosas. Libro a libro, la historia demuestra cómo se resuelven mejor con sentido común y sin dañar a nadie. Es un proceso más lento, pero permanece. Lo mismo ocurre con otros dilemas de la historia, donde las soluciones del principio no funcionan igual al final.

Me ha parecido muy interesante la parte activa del libro, que no solo sea una actividad pasiva, sino que los lectores interactúen a través de pruebas repartidas a lo largo de la historia desarrollando su creatividad e imaginación lápiz en mano. Háblenos de ello.
MultiCosmos es un libro que pretende trasladar la emoción de un videojuego… sin dejar de ser un libro. Invitando a los lectores a participar, se sienten parte activa de la historia y se sumergen mucho más rápido. Hay chavales que odian leer, pero que se han enganchado a MultiCosmos porque les recuerda a un videojuego.

En el capítulo ‘Más MultiLeaks’ leo una interesante reflexión cuando los tres amigos se desconectan de MultiCosmos agotados de tantas horas conectados. ‘Llevamos horas sumergidos en la red y eso agota a cualquiera’, dice; creo que es otro aspecto a poner en valor, en este caso a través de la lectura, la necesidad de que los jóvenes sepan ‘desconectar’, que además de internet hay una vida real y que pasar muchas horas ‘conectado’ cansa a cualquiera y no en bueno.
No tengo nada contra internet ni contra los videojuegos: son útiles o, cuanto menos divertidos. El problema no es que existan, sino que no exista nada más. Con MultiCosmos he querido poner en valor las emociones de la vida real, y cómo esa sana combinación entre los dos mundos los enriquece más.

En esta tercera entrega de MultiCosmos descubrimos un invento alucinante, aunque esté en fase prototipo, me refiero a las holopulseras. ¿Qué podemos adelantar a los lectores sin desvelar demasiado para que se animen a leer ‘La rebelión de los drones’?
En la tercera entrega de la serie, una empresa de tecnología desarrolla un invento que hará que los videojuegos sean experiencias absolutamente reales. La emoción ya no está solo en la pantalla, está en la vida real. La realidad aumentada es nuestro propio mundo… Parece emocionante, pero ¿y si nuestra realidad también se llenase de monstruos? Hay aventura para rato. ;-)

Pablo C. Reyna (Valencia, 1987) vive desde hace tiempo en Madrid. Es editor de literatura infantil y juvenil por el día, y aprovecha la noche para escribir y dibujar. Es autor de la serie MultiCosmos con los siguientes títulos: ‘Aventuras virtuales a pico y pala’, ‘Atrapados sin wifi’ y ‘La rebelión de los drones’.

miércoles, 25 de enero de 2017

MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ: «El libro tiene un indisimulado propósito moral».


Me concede una entrevista en plena ruta promocional de su último libro el escritor almeriense Miguel Ángel Muñoz. Estará en Valencia presentando su libro de relatos ‘Entre malvados’(Páginas de Espuma), este viernes 27 de enero en la Librería Ramón Llull de Valencia (c/ Corona 5 – Barrio del Carmen).
Os recomiendo el libro, no solo por ser de relatos, género que me gusta y profeso, además, por la oportunidad de que el propio autor os hable de él si tenéis la idem de poder asistir este viernes a la presentación y firma en la librería.
He aquí las inteligentes respuestas a las preguntas que le planteé tras leer ‘Entre malvados’.

A través de estas diez historias miramos cara a cara a los malvados, en ocasiones oyéndoles en primera persona, pero también somos testigos del sentir de sus víctimas, de la inocencia antes incluso de que se transforme en maldad, ¿no es así?
Quería alejarme del ejercicio más o menos morboso -pero tan tentador- de fijarme en el villano y resaltar su fascinante figura. El libro tiene un indisimulado propósito moral, y me imponía como sacrosanto mandamiento, antes de trazar y escribir cada cuento, el de narrar con crudeza y sin vendas protectoras, pero siempre como un observador empático con la condición de víctima. Si hablamos de la maldad, la víctima ocupa la posición más compleja, pero también es muy atractiva literariamente, puesto que no posee el halo del malvado, lo que hace que indagar en su arquitectura como personaje sea un desafío mucho mayor.

Tres de los relatos incluidos en ‘Entre malvados’ son especialmente breves en comparación con el resto, ¿obedece a una finalidad concreta, cuándo fueron creados?
En todos mis libros de cuentos he incluido relatos de extensión muy diversa. Me atraen los cuentos a la manera norteamericana, de más de veinte páginas, en los que pueden desarrollarse ideas y conflictos, pero en esos libros siempre ha habido algunos cuentos muy breves. En el caso de «Entre malvados» me parecía que temáticamente ampliaban el sentido de otras historias, con las que dialogaban, y también, por su brevedad, servían como ejercicios respiratorios tras algunos relatos, para que el lector tomara aliento antes de seguir.

La disposición de las 10 piezas ¿sigue un orden meditado, su lectura ha de hacerse en este o a capricho del lector?
El orden de los cuentos en el libro está muy meditado. Es algo que me parece fundamental al elaborar un libro de relatos. Se busca cierta armonía, un sentido determinado. El primer y el último cuento están dispuestos en su lugar por motivos que, cuando el libro se ha leído, se entienden. Recomendaría que se siguiera la lectura propuesta, aunque el lector es libre para leerlo como sus pulsos le dicten.

Aunque hay dos relatos muy vinculados a la fatídica fecha del 11 de marzo de 2004, creo que ‘Los nombres’ se comprende sobre todo al llegar al punto de conocer esa fecha y se reflexiona aún más cuando leemos su nota al final.

Esos relatos tenían que funcionar por sí mismos. Incluso puede que el lector no perciba los datos, los presagios, la sospecha desasosegante que los vincula con esa fecha, pero el efecto emocional tenía que estar ahí. Que los cuentos tuvieran su propia lectura, amplificada por el contexto y el acto brutal al que se refieren. En cierto modo, eso no es sino otra capa de subtexto, tan necesario en el relato.
Si tuviera que destacar un elemento constante en estas historias, más allá del tema vertebral, sería el ritmo, el desasosiego que emanan, esa anticipación del resultado en el inconsciente del lector, no sé si está de acuerdo.

Me alegra que lo hayas percibido así, puesto que el verdadero hilo conductor de cualquier libro de cuentos, para mí, es el lenguaje y los climas que se pueden crear con él. Jugar con el lenguaje, buscar ciertos ritmos, pueden lograr que ese desasosiego cale en el lector y que el lector, más que leer una historia determinada, la sienta. Para mí la literatura es un arma emocional masiva, y quisiera que el lector se metiera en mis cuentos todo lo posible.
Tras leer ‘Donde el Borgión se escondahe caído en la cuenta de un curioso concepto, el miedo colectivo desde su faceta pedagógica, incluso de la necesidad de cierta dosis de miedo para crear un orden social.

No hay ningún orden social que se imponga y que pretenda sobrevivir sin inocular miedo entre los ciudadanos. La literatura, la cultura, por su propia naturaleza, son contrarias a la idea del miedo, y se alían con el concepto de libertad, siquiera una libertad psicológica que no puede ser dominada por el sistema social de turno. En ese cuento se narra la distopía de una sociedad entregada a una cultura que la cohesiona, y que no admite ninguna disensión mítica, como la que el Borgión representa. Por eso ese monstruo representa una amenaza que hay que afrontar, como tabú que mantenga el orden a salvo.
Me gustaría que me hablara de otro concepto que también me ha resultado llamativo, el de la arquitectura simétrica de la venganza.
Bueno, uno de los dos brazos de la bondad se agarra siempre a la maldad. Y en ese viaje de ida y vuelta a conceptos complejos a los que el maniqueísmo les sienta tan mal, la venganza es un concepto muy interesante, puesto que contiene dentro de sí esa ambivalencia moral. La venganza puede llevarla a cabo la víctima cuando recibe un daño, y ejecutarla lleva, sin retorno, a la comisión de una nueva maldad, que puede necesitar una nueva venganza. Así, hasta el final.

¿Está de acuerdo con esa frase que dice que ‘el mal conoce el bien, pero el bien no conoce el mal’?
No. En absoluto. Eso supondría admitir conceptos absolutos, que solo existen en filosofía, para desarrollar tesis y proposiciones, es decir, en el terreno de lo abstracto. Pero en la realidad tangible, la que sale en los periódicos, es fácilmente comprobable que los malos no lo son por naturaleza ni los buenos lo son absolutamente, y por siempre jamás. Cualquier ser humano a lo largo de su vida conoce el mal, incluso cuando, en el caso de ciertos santos que ya tienen el cielo ganado, no se manchen las manos, aunque sea solo un poco, con él.

Uno de los relatos está inspirado en Charles Manson y lo ocurrido en Beverly Hills en 1969, ‘Los hijos de Manson’ es una historia poliédrica donde ‘el niño sin amor’ tiene hasta un pequeño guiño al final del libro, en la nota de edición, ¿hay también un guiño a la impunidad entre tanta maldad?
La historia ya clásica de Manson está incluida en un largo relato en el que, junto a la suya, se narran historias sobre asesinos en serie como Kuklinski o Calva Zepeda, pero también sobre escritores «malvados» como Rousseau o Arthur Miller. Me resultaba paradójico que los criminales vivieron toda su vida obsesionados con la idea de formar una familia en la que sentirse integrados, y sin embargo los escritores tuvieron una familia de la que se desprendieron, con frialdad criminal.

Precisamente estos días Manson ha sido ingresado en el hospital, bastante enfermo. Cuando muera, será un buen final para él, aunque me temo que su funesto mito seguirá creciendo. La gente olvidará a Sharon Tate, pero lo recordará a él.
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Miguel Ángel Muñoz (Almería, 1970) ha publicado en esta editorial los libros de relatos El síndrome Chéjov (2006) y Quédate donde estás (2009), así como La familia del aire (Páginas de Espuma, 2011), en el que reunió una treintena de entrevistas, que habían ido apareciendo en su blog, a los principales escritores de relatos del panorama español. Sus dos novelas son La canción de Brenda Lee (2012), que recibió el Premio Sintagma y el Premio de los Libreros de Almería, y El corazón de los caballos (2009). Cuentos suyos han sido incluidos en las más notables antologías del género, entre las que destacan Siglo XXI. Los nuevos nombres del cuento español actual (2010) y Pequeñas resistencias 5. Antología del nuevo cuento español (Páginas de Espuma, 2010).

‘ENTRE MALVADOS’, de Miguel Ángel Muñoz (Páginas de Espuma),
libro que estará presentando y firmando el VIERNES 27 DE ENERO
en la LIBRERÍA RAMÓN LLULL de Valencia c/ Corona 5.
A las 19,30h acompañado de Pepe Cervera.

lunes, 23 de enero de 2017

LAURA RIÑÓN: «Llega un momento en el que el personaje tiene vida propia».

Esta semana entrevisto a Laura Riñón. Como los buenos libros llegó por una recomendación, me dijeron que presentaría su novela en Valencia, que conociera su novela y, con la curiosidad tras buscar ‘Amapolas en octubre’ en internet no me resistí a preguntarle si me concedería una entrevista. Por supuesto fue su respuesta, siempre que me leyera el libro antes, me aconsejó. Y eso hice. Su novela es como ella misma afirma «un homenaje a la literatura, un humilde homenaje»; por las páginas transitan no solo personajes sino libros, un buen número de buenos libros, más incluso de los que la autora deja a modo de epílogo al final del libro.

Curiosamente me confiesa que el empujón para ponerse a escribir esta novela se lo dio leer otra, «’El malentendido’, de Irene Nemirosky», me dice cuando le pregunto, «que también aparece en esta novela». Novela que se leyó « hace un par de años y cuando terminé me dije, qué pena no habérmela leído antes, porque me hubiera venido muy bien, no haberlo tenido que aprender yo después». Ahí surgió la idea, un libro que llamó a otros. «A partir de aquél libro pensé en otros libros que había leído, la literatura en mi vida, obviamente, está muy presente, empecé un poco a ver el tema de lo que había sido mi vida a través de la literatura, de hecho primero escogí las novelas y luego cree a Carolina, a su familia, creé el instante del inicio de la historia, lo principal de todo fueron las novelas». Aunque curiosamente más tarde me dice que la elección de esos libros varió a causa de la protagonista de ‘Amapolas en octubre’. «Los libros que yo había escogido para ella me los cambió, al principio estaban unos que luego cambié porque veía que no me encajaban con el personaje a medida que iba escribiendo». Afirma que «lo que me pasó, que para mí es lo más bonito que me ha pasado con esta novela es que, después de ‘Mujercitas’, que era el libro que yo tenía clarísimo, Carolina se alejó de mí, eso es lo bonito de la literatura, el autor y el personaje tienen un parentesco y llega un momento en el que se corta el cordón umbilical, y el personaje tiene vida propia, y esto me pasó con Carolina, después de ‘Mujercitas’ ella salió por la puerta y yo me limité a escribir lo que ella me contaba».
Carolina Smith es la protagonista de esta novela que su hermano Guillermo tiene por valiente, generosa, leal y a la que no le gustan las cosas fáciles. Pero prefiero preguntarle a Laura Riñon.

«Carolina es una mujer que lleva demasiado tiempo contenida viviendo hacia dentro que tiene tantas emociones dentro de ella y tanta necesidad de dejar que salgan que en algún momento le tenía que pasar esto. La circunstancia es el detonante para que le suceda, porque ella es una mujer que siente que vive para agradar al mundo, que todo el mundo sea feliz y ella es feliz así, pero yo a Carolina le hubiera dado tres sopapos en más de cuatro ocasiones. Porque es como que no reacciona, ¿sabes? Ese sentimiento tan intenso: sal, vive, rompe. Carolina es una mujer que es como es por la infancia que tiene, vive en esa burbuja literaria que su hermano ve como un divertimento, porque su hermano aunque suene a tópico piensa que las cosas son blancas o negras, y disfrutar de la vida, y Carolina es blanco, blanco roto, blanco marengo y todo le afecta. Vive en esa burbuja con ese sentimiento de agradar de que la quieran y se confunde, al final cree en una realidad que es irreal, crea una realidad paralela que es irreal».
La realidad es que Laura ha cumplido sus objetivos al escribir esta novela, al menos uno que me dice mientras seguimos hablando de la novela tomando un café, que el libro gustara.  A mí, desde luego, me ha gustado y me ha hecho trastear estos días entre los estantes de mi biblioteca. «Una de mis ilusiones era que el libro se leyera, que el libro gustara, y sobre todo que el lector tuviera curiosidad por los libros que menciono si no los ha leído, sobre todo, o si lo ha leído que los leyese otra vez. Una chica hace poco me dijo: “he vuelto a leer Mujercitas”, A mí eso me encanta».


Laura Riñón Sirera nació en Zaragoza aunque con tres años se trasladó con su familia a Alcalá de Henares. Es autora del blog ‘Palabra de Laura’ y ha publicado un libro de relatos ‘Dueño de tu destino’ (Premio Éride 2014) y la novela ‘Todo lo que fuimos’.

lunes, 16 de enero de 2017

FRANCISCO ROBLES: «Aquella España era un sitio en el que se comía fatal».


La semana pasada compartía la entrevista que me concedía un escritor sevillano al hilo de la publicación de una novela histórica ubicada en la Sevilla napoleónica. Esta semana no queda allí la cosa, también comparto la entrevista que me concediera otro escritor sevillano, Francisco Robles, autor de la novela ‘La maldición de los Montpensier’ (Algaida) que tiene que ver con Sevilla, pero lo más importante, es la novela con la que ha obtenido el II Premio Internacional de Novela Solar de Samaniego. El premio se libró en Laguardia (Álava) donde pude conocer al autor y felicitarle por el galardón brindando con vinos de la Bodega Solar de Samaniego. Era mi segundo viaje a la maravillosa localidad alavesa a resultas del premio, por lo que espero que mis lectores tengan a bien que al pie de esta entrevista incluya un enlace al entrevistado por el galardón del I Premio Internacional de Novela Solar de Samaniego.

Regresando a la entrevista con Francisco Robles, decir que preferí preguntarle, como a veces acostumbro, por algunas frases que me han llamado la atención en la novela. También se trata esta, ‘La maldición de los Montpensier’, de una novela histórica en una época en la que reinaba en nuestro país una mujer, concretamente Isabel II. La verdadera protagonista de esta novela, sin embargo, es su hermana, la infanta María Luisa Fernanda que, poco antes de su destierro a Sevilla, comentaba a su marido que: ‘No nos querían en París, no nos querían en Inglaterra, y ahora no nos quieren en mi propia ciudad’. Una situación nada fácil y Robles me dice que «no la querían en ningún sitio, no porque ella fuera como era, sino porque su matrimonio con el duque de Montpensier, celebrado al mismo tiempo que el de su hermana Isabel II con Francisco de Asís, supuso un auténtico terremoto político en Europa, no ya en España, sino en Europa, porque ante la posibilidad de que la Reina Isabel muriera pronto, por enfermedad, o porque no tuviera descendencia, el trono pasaría a María Luisa. Y María Luisa Fernando estaba casado con un francés, con lo cual, imagínate la distorsión política que habría en los grandes estados, en las grandes potencias de la época». Sobre lo de la distorsión, aclara que «en París no los querían porque el pueblo francés ya no quería a Luis Felipe, no a ella; en Inglaterra no la querían porque la reina Victoria se opuso a ese matrimonio, ya que podía haber dado con un rey francés en España y ninguna potencia quería que en un país hubiera un rey de una tercera potencia. Y aquí no la quería su hermana Isabel II, pero no a ella, al que no quería era al duque de Montpensier, que era un conspirador, con lo cual, fue rebotando la pobre de París a Londres, de Londres a Madrid y de Madrid, por fin, a Sevilla». Respecto a lo del rebote de la infanta y su marido, le apunto a Robles otra frase que aparece en la novela, una de la reina Isabel II en una conversación a Narváez. ‘Ahora resulta que quien ha decidido que mi hermana se vaya con el francés a Sevilla soy yo’. Con ella parece protestar ante la propuesta de Narváez del “destierro” a Sevilla. Luego añade: ‘Así se escribe la historia.’ Le pregunto si realmente sucede así, si se escribe en realidad así la historia, a lo que Robles me dice que sí. «Claro, porque Isabel II le pide a Narváez una solución, Narváez dice, bueno, pues los mandamos a Sevilla; pero claro, cuando uno manda, la decisión la toma el que manda, para el pueblo ¿quién toma la decisión?, pues Isabel II. Ten en cuenta que en aquella época aún no existe el ferrocarril Madrid-Sevilla». No puedo sino sonreír con esto último y le digo en broma que ni el AVE Madrid Sevilla. «El AVE Madrid Sevilla mucho menos», se dice sonriendo, luego comparte conmigo una curiosa reflexión al respecto. «Pero es curioso porque pensamos que la revolución es el AVE, pero la revolución no es el AVE, es el ferrocarril. El AVE es la mejora de la revolución. Vamos a ver, no es lo mismo ir de Madrid a Sevilla en una semana que en doce o catorce horas. Ya de las doce o catorce horas te las rebajan a dos o tres, eso es una mejora, pero lo gordo es tardar siete días en una diligencia cruzando Despeñaperros horroroso todo a hacerlo en el ferrocarril. Los viajeros tenían que adaptarse a las rutas de los militares».

Un poco al hilo de esta visión de quienes vivían o mejor dicho, viajaban por España a mediados del siglo XIX, le indico otra frase que tengo anotada de su novela, cuando al poco de concluir el enlace entre la protagonista de ‘La maldición de los Montpensier’ y el duque de Montpensier, Latour se dirige a aquella y le dice que ‘a los españoles les falta perspectiva para conocerse a sí mismos’, o esta otra: ‘Esto no es Europa, algo que no es bueno ni malo en sí mismo. España siempre me pareció el norte de África y no el Sur de Europa’. Robles sonríe y casi asiente al decir que «los franceses, que son tan orgullosos y tan vanidosos, pensaban que Europa se acababa en los Pirineos, pero al mismo tiempo reconozco que tenían buena dosis de razón. Aquella España era un sitio, por ejemplo, en el que se comía fatal. Se comía tan mal que se iba uno a una venta y no había nada que comer. Eso les llamaba mucho la atención a los franceses, y aquí había costumbres que eran impensables en Francia. Ten en cuenta que Latour viaja con el duque de Montpensier, cuando este es joven todavía, por el Norte de África, por Egipto, ese exotismo les llama a ellos mucho la atención porque eso no existía en Francia, entonces, encontrar en un país europeo monumentos de estilo islámico, almohade, almorávide, califal o nazarí, para ellos eso era muy llamativo».



Francisco Robles (Sevilla, 1963) es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla. Profesor de Lengua Española y Literatura en excedencia. Actualmente es articulista de ABC y director de Protagonistas Sevilla, en ABC Punto Radio. En Tele-Sevilla dirige y presenta el programa Cómo está Sevilla. Ha publicado entre otras obras Poesía eres tú: Bécquer, el poeta y su leyenda, 2004. Mester de progresía: Teoría y praxis del progre ibérico o como quedarse con el personal, 2005. Historia de Sevilla, con Álvaro Pastor Torres, 2006. Semana Santa: antología literaria, 2006. Hijos de la LOGSE: claves para entender y superar el fracaso educativo, 2008. Trío de capilla, con Javier Rubio y Juan Miguel Vega, 2008.
Enlace a la entrevista con Luis del Val, ganador del I Premio Internacional de Novela Solar de Samaniego. 
Enlace a la reseña del acto de entrega del II Premio Internacional de Novela Solar de Samaniego.

lunes, 9 de enero de 2017

MANUEL SANCHEZ-SEVILLA: «Uno normalmente suele escribir de lo que conoce».


Puede parecer que se cae en un tópico al decir o referir esa simpatía y amabilidad de los andaluces, de los sevillanos para más señas. Lo sería decir que Sevilla tiene un color especial, claro.
 Si no ha mucho entrevistaba al escritor onubense Hipólito G. Navarro y afirmaba que tardamos poco en echarnos unas risas entre pregunta y pregunta, qué no decir del entrevistado de esta semana. Más que risas, me encantó descubrir que Manuel Sánchez-Sevilla tiene esa facilidad de palabra de quien enseña, de quien cuenta y magnetiza; seduce con sus historias. Me guardo para mí la anécdota de cómo un profesor, siendo él siendo muy joven, le animó a convertirse en escritor a base de dejar sobre una mesa un paquete de folios, un bolígrafo y una hora larga donde tocaba escribir o nada.

Sevillano de nacimiento, más allá de su apellido literario, la novela por la que me concede esta entrevista también tiene a la capital hispalense como marco argumental. La novela ‘El tesoro del Alcázar’ está publicada por la editorial sevillana Algaida.
Volviendo a la novela y a Manuel Sánchez-Sevilla, comienzo por preguntarle si lo de ubicarla en su ciudad era una especie de deuda que tenía. Dice que sí, «Yo soy sevillano, y mis anteriores novelas una estaba ambientada en Roma y otra en Córdoba, yo trabajo en Córdoba hace ya bastantes años, entonces llegó un momento en que dije, incluso mis amigos de Sevilla y mi familia me decían: ‘Ambientas tus novelas en todos lados menos en tu ciudad’. Y es cierto, tenía una pequeña deuda con ella, y espero haberla saldado con ‘El tesoro del Alcázar’, o al menos haber empezado a saldarla. Aparte que toco una etapa poco conocida de la ciudad y se juntó todo».
Teniendo en cuenta que es una deuda, me atrevo a preguntarle cómo se sabe si uno la ha saldado y de qué depende, si acaso de los lectores, de si piden otra o no. Me dice que no, que «depende de ti mismo, si estás satisfecho, si dices, bueno, ya tengo una novela ambientada en mi ciudad. El problema de esto, es que uno normalmente suele escribir de lo que conoce, y evidentemente a mí me costaría mucho más trabajo escribir sobre Santnder que sobre Sevilla o Córdoba, claro, o Cádiz».
 Santander es una ciudad que conozco, no tanto como mi ciudad, Valencia, por lo que le digo que otro ejemplo, en su caso, sería Valencia. «O Valencia, sí. Uno intenta escribir sobre lo que conoce, es la lógica, ¿no?». Creo que tiene razón, y retomo algo que ha mencionado hace poco, lo de la etapa ‘poco conocida’. Le refiero así que hablar de Andalucía, en la época napoleónica, es evocar Bailén o Cádiz como referentes de batallas y resistencias honorables. Pero que su novela ‘El tesoro del Alcázar’ ocurre en Sevilla, ¿qué pasó, le pregunto, en esta ciudad que no ocurrió en Bailén o Cádiz? Y asintiendo me cuenta con mimo: «Pues verás, Sevilla estaba preparada para resistir como resistió Zaragoza, por ejemplo, de ahí el inicio de El tesoro del Alcázar, la Junta General de gobierno estaba en Sevilla, que era, digamos, el gobierno provisional de la nación; estaba la población armada, estaban las piezas de artillería, las murallas preparadas para resistir». Aquí me acuerdo de la novela de una amiga y le digo que al contrario que lo sucedido en Madrid en 1808, que les pilló por sorpresa. «Claro -dice-. ¿Qué es lo que ocurrió? Que una semana antes de que llegaran las tropas francesas que habían salido de Córdoba en dirección Sevilla, la Junta General desaparece, es decir, los que tienen que comandar esa resistencia se van para Cádiz, la Junta General salieron a la altura de Carmona, que está a unos 40 o 50 Km de la ciudad de Sevilla, y entregaron las llaves de la ciudad y les dijeron que no atacaran Sevilla porque no iba a resistir. Así que todo lo que estaba preparado para resistir se quedó en nada. Lo que pasa es que la gente de Sevilla, después, estaba resistente, era un invasor, aunque decían que iban a traer trabajo, la cosa estaba muy mala, como se dice ahora, y vienen los franceses, hacen obras, pagan, que es importante, dan trabajo…, entonces hubo una mezcla extraña entre animadversión al invasor y decir, ‘bueno, no los quiero, pero, me están dando de comer’. Decía Napoleón: Los españoles, entre ellos, se tiran los trastos a la cabeza, una región contra otra, los del norte con los del sur, los del centro con los del este, pero son sus problemas, que no venga nadie de fuera a arreglar sus problemas».
No sé si Napoleón tenía razón o no, pero al oír a Manuel Sánchez-Sevilla aquello, me suena demasiado cercano, coetáneo. En cualquier caso, confío en que haya saldado su deuda con Sevilla y los lectores se animen a leer su novela y, por descontado, a visitar la ciudad, como pude hacer en 2006 gracias a la editorial Algaida.

Sevilla tuvo que ser.
Manuel Sánchez-Sevilla es el pseudónimo de José Manuel Sánchez Rodríguez (Sevilla 1974), escritor sevillano caracterizado por narraciones sencillas, capaz de transportarnos en el tiempo con sus novelas. Su debut literario ocurrió con ‘Como la vida misma’, un compendio de relatos cortos donde la humanidad caracteriza cada historia. ‘Gaia Augusta’ fue su primera novela histórica y con la que ha cosechado éxito de críticas tanto en España como en Sudamérica. En ‘El enigma de las Seis Copas’, su segunda novela, nos traslada a la Al-Andalus profunda, donde misterio y ciencia se dan la mano. En ‘El tesoro del alcázar’ continúa apostando por el género histórico, un territorio que le atrae particularmente.

martes, 3 de enero de 2017

HIPÓLITO G. NAVARRO: «Han sido 12 años para preparar y construir la publicación de este libro».


Entrevisto a Hipólito G. Navarro en el hotel del centro de Valencia de costumbre. Pronto encontramos la complicidad precisa para que surja un clima distendido y algunas risas, por ejemplo, al comenzar preguntándole por algo que he leído en algún sitio sobre que lo que de verdad le gusta es titular y subtitular más que escribir cuentos. Se ríe y dice que «es una broma que siempre hago, pero sí, si me gusta poner títulos».

De este autor había leído, hasta este libro de relatos, algunos microrrelatos por lo que hilvano lo de los títulos, por su brevedad, con lo de que quizá por eso le guste el género del microrrelato. «Los microrrelatos me fascinan –dice–, es un género que me da un poco de miedo, porque rápidamente se cae en una tontería, en un chiste, en una gracieta».
Creo que ahí le comento que también escribo, que comparto su afición por los microrrelatos, aunque prefiero preguntarle por los doce años que lleva sin publicar, en barbecho, como si dijésemos, aunque no todo va a ser publicar libros en esta vida, subrayo. Por alguna razón pienso en voz alta una frase de Saint Exupèry que, afortunadamente, le saca una sonrisa.

«Han sido 12 años para preparar y construir la publicación de este libro nuevo y viejo porque tiene textos que me acompañan desde hace mucho tiempo, pero dices muy bien en tu pregunta que no han sido 12 años perdidos, durante estos 12 años he sido columnista en la prensa andaluza, he colaborado en muchos libros colectivos, he hecho prólogos, he dado charlas en cuatro continentes, no he estado separado del mundo literario y la literatura, pero si de un libro nuevo que me asustaba un poco…» Los puntos suspensivos son porque me cuenta que su anterior libro, gracias a los lectores, dejó muy buenas impresiones, no en un listón alto o bajo, afirma, pero sí quería que su siguiente libro estuviera peinado y repeinado (sic).

Consulto mi libreta para preguntarle, entre tanto relato, por una doble imagen pictórica, la de un muchacho encendiendo una vela, alusiva a un cuadro de El Greco que acompaña al relato ‘Luisito Tristán’. Me cuenta que el origen de este relato vino de la editorial Seix Barral, de un encargo que les hicieron a 25 escritores entre los que se encontraba. «Nos pidieron que escribiéramos un texto a partir de un cuadro de El Greco por el cuarto centenario…». Me da detalles del encargo, de su interés en que en este libro apareciera el texto y las fotografías.

Le pregunté  a continuación por otros relatos, por algunas frases tomadas aquí y allá, creo que me quedo con lo que comentó cuando le sugerí que me comentase esta: ‘Hasta el amor más poderoso y las manos más tendidas acaban cansándose al cabo de los años’, que leemos en ‘Verruga Sánchez’. Asintiendo, me cuenta que «este es el parlamento de una mujer que ve que su compañero está destruido, derrotado, se ha descubierto a sí mismo como un ser lamentable y ella intenta levantarlo con todo el cariño del mundo, pero cuando ve que ese hombre no es capaz de salir de ese pozo de locura y de amargura ella llega a decir, en algún momento, que una mujer no puede estar pariendo todo el tiempo al hombre que ama, y que hasta el amor y las manos más tendidas acaban cansándose, alguna vez hay que aferrarse a él y tirar hacia delante. En algunos de mis cuentos hay algunos personajes derrotados, pero siempre hay alguien que les tiende una mano, que les da una oportunidad, pero tienen que ser ellos los que han de coger esa mano».

La entrevista sigue, pero creo que los lectores agradecerán como en el aforismo de Baltasar Gracián, que por su brevedad pudiera parecer un microrrelato, aquello de que ‘lo bueno si breve, dos veces bueno’.

Hipólito G. Navarro (Huelva, 1961) es autor de los libros de relatos El cielo está López (1990), Manías y melomanías mismamente (1992), El aburrimiento, Lester (1996), Los tigres albinos (2000) y Los últimos percances (2005, Premio Mario Vargas Llosa NH a mejor libro publicado), y de la novela Las medusas de Niza (Premios Ateneo de Valladolid 2000 y de la Crítica andaluza 2001). Con la antología El pez volador (Páginas de Espuma, 2008), preparada por el escritor Javier Sáez de Ibarra,  recibió el Premio El Público de Narrativa 2009, otorgado por los periodistas culturales de Andalucía. Durante los años 1994 y 2001 editó la revista Sin embargo, dedicada al cuento literario. Fue el responsable de la edición de los cuentos completos de Fernando Quiñones, Tusitala (Páginas de Espuma, 2003). Sus relatos, traducidos a diez idiomas, están recogidos en numerosas antologías del género en Europa y Latinoamérica.
Foto: https://www.facebook.com/hipolito.g.navarro?fref=ts

lunes, 2 de enero de 2017

MIGUEL GRIOT: «Mi objetivo era ser lo más fiel posible a lo ocurrido».


Primera entrevista del año, la que me concedió Miguel Griot acerca de su novela ‘Iqbal Masih, lágrimas, sorpresas y coraje’ (Oxford University Press).
He de decir que esta novela llego a mí gracias al blog de Margari Estévez ‘Mis lecturas y más cositas’, desde aquí quiero mandarle un saludo y otro también muy especial a Amelia Jiménez.

¿Por qué elegiste a Iqbal Masih para escribir precisamente tu primera novela?
Fue un personaje que conocí tangencialmente cuando trabajaba en elmundo.es. Ya entonces me resultó fascinante y me entristeció que su historia hubiera caído en el olvido. Así que resultó muy natural rescatar su vida para mi primera novela. 
En ella asistimos a un relato cronológico de la vida de Iqbal, comenzando con su nacimiento y conformado a través de los testimonios de personas que le conocieron. ¿Cómo se te ocurrió este tipo de trama, con varias voces sucesivas, para darnos a conocer la vida del gran protagonista de la novela?
Confieso que primero fue la necesidad. Al existir previamente varios libros sobre él, debía hacer algo diferente. Elegí esta fórmula porque me permitía no solo hablar sobre él, también explicar cómo funciona el sistema de trabajo forzado en Pakistán y, por último, presentar a Iqbal como un ejemplo de que hay que aprovechar las oportunidades que da la vida.
La forma de expresarse de estos, llamémosles personajes orales, es muy parecida a lo largo de sus testimonios, salvo alguna excepción, ¿fue una decisión meditada, querías que los lectores se centrasen más en la historia que en los narradores?
Bueno, más que en el lenguaje, mi objetivo era la perspectiva de cada uno de ellos tanto respecto al trabajo forzado como a su visión sobre Iqbal.
Creo que el tema de fondo es el drama de la explotación y esclavitud infantil, quizá por ello no todos los relatos son positivos o halagüeños, sí en su mayoría; es curiosa la apreciación, por poner dos ejemplos, de la opinión de la mujer rica, la esnob americana; o la del alumno y compañero de una escuela estadounidense a la que acude Iqbal. ¿Las miradas relativizan la realidad?
La esclavitud infantil existía en tiempos de Iqbal, existe ahora y prácticamente nos acompaña desde que el homo erectus se apoyó sobre dos patas, porque la toleramos. Más que relativizar la realidad, nuestras visiones la construyen. El cartógrafo no se puede separar del mapa.
Decía antes que el tema de fondo es una de las lacras sociales que afectan, aún hoy, sobre todo al tercer mundo, no en exclusiva, que quizá quieras agitar conciencias. Me pregunto si el libro está orientado a un público juvenil, más o menos sensible con esta realidad, o más bien a uno adulto con recursos y posibilidad de tomar cartas en el asunto.
Muy buena pregunta. Tanto el formato como el lenguaje son indudablemente de literatura juvenil, aunque hay muchos adultos que la han disfrutado. Cierto, esos jóvenes no pueden tomar cartas en el asunto… ahora. Pero les dará una visión más amplia de lo que ocurre en el mundo que heredarán y están llamados a construir. 
Que en la portada se vea un niño de espaldas ¿no es un tanto metafórico aunque al revés, en realidad no somos los que estamos a este lado quienes parece que le demos la espalda a Iqbal y a muchos niños como Iqbal?
La portada es un gran logro de la editorial, y lo cierto es que fue todo idea suya. Sí, comparto plenamente tu visión.
Por último, me gustaría saber acerca del proceso de documentación que has llevado a cabo para escribir ‘Iqbal Masih, lágrimas, sorpresas y coraje’, en especial desde esa óptica de los medios de comunicación y los escritores con una función, si no divulgadora, al menos sí social con su trabajo, con su esfuerzo.
El proceso de documentación fue largo pero nada difícil. Hay toneladas de información sobre Iqbal Masih en la Red, solo hay que saber buscarla. En ese sentido el informe de lo sucedido por el Movimiento Cultural Cristiano, los reportes de periódicos de Pakistán de la época, el sindicato BLLF, la web endslavery.com… Mi objetivo era ser lo más fiel posible a lo ocurrido y al mismo tiempo construir una historia amena para los lectores. Por eso escogí el género de biografía novelada, que me ofrecía esa libertad.

Miguel Griot nació en Salamanca (España) tras licenciarse en Derecho en Salamanca se mudó a Madrid colaboró en la web, elmundo.es, como redactor. Los últimos años de actividad profesional se ha centrado en la formación dentro del sector de las telecomunicaciones, además de a escribir. Su primera publicación fue el  relato “El Rey de Abría no se llamaba Guelfi”. En 2005 Timun Mas publicó sus “Cuentos de Cura Sanita”, obra recomendada en Sant Jordi por la Asociación de Libreros de Girona. “Iqbal Masih, lágrimas, sorpresas y coraje” vio la luz en 2008. En 2012 su novela inédita “Yus no quiso ser romusha”, quedó entre las doce finalistas del premio EDEBÉ. Actualmente escribe una serie para ebooks ‘No Pasarán Z’, una perspectiva muy personal del genero zombi.